jueves, 7 de agosto de 2014

Juguete del tiempo, del amor y del viento



Nací y me crié en el viento, por lo tanto desde pequeño compartí y competí con él y a medida que fui creciendo fui su compañero, fui  su contrincante, él fue mi confidente y yo traté de ser su interprete, fui su amigo y también su enemigo, amigo cuando me daba y enemigo cuando me quitaba y la verdad es que me quitó mucho, pero en la suma y la resta es más lo que me dio. Me dio y aún sigue dando letras y eso es impagable aunque en el tiempo me haya quitado a mis padres, a mi hermano y al último gran amor en los altibajos de un sendero o mejor dicho: en los vaivenes de los tiempos compartidos.
Y así, en el tiempo le escribí a los vientos con nombre propio y habitantes  acariciadores  o arrasantes de algún lugar; por meses o por años transité con cada uno de ellos por sus veredas y avenidas; hice poemas, hice cuentos, escribí libros que nunca publique y por lo tanto nadie leyó; sólo el viento, quizás en alguna puerta dejó mis versos.
De tanto andar buscando vientos, ya me cansé, por eso desde hoy igual seguiré escribiendo, pero según el viento de cada día, de cada ocasión, de cada circunstancia y de cada consecuencia.  Simplemente me dejaré llevar por cada uno hasta el lugar donde mueren todos los vientos.

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